Otra vez la hambruna en el cuerno de África, y, otra vez, los medios de comunicación se lanzan en tromba porque parece que se acaba el mundo y que estamos ante una catástrofe nueva, inédita, algo insólito, jamás visto, ¿Cómo es posible que millones de personas, a causa de una pertinaz sequía, estén al borde de morir de hambre? ¡Un escándalo! ¡Otra hipocresía!.
Y desde SOLMAN nos preguntamos si el sistema estará tan corrompido que será capaz de utilizar esta situación –que no es nueva, ni insólita, ni inédita- como otro elemento distractor de los que acostumbra a usar para que no pensemos en lo que realmente está provocando esta sinrazón mundial que estamos viviendo, sobre todo en el mundo rico occidental.
A ver si nos enteramos, desde hace muchos años, hay países -casi continentes-, que viven permanentemente al borde de la hambruna, de la desesperación, de la muerte; muy por debajo del umbral no ya de la pobreza, sino por debajo del umbral de la dignidad humana. Y éste es el pan nuestro de cada día, que, en momentos puntuales, se manifiesta en forma de picos insoportables, como ahora en Somalia.
Pero el mundo rico, el occidente cristiano, democrático y portador de la civilización de la paz y la libertad, -no emporquéis más estas palabras-, encumbrados en el pedestal del estado del “bienestar” consideran que esos son daños colaterales, que lo importante es la estabilidad de los mercados, el equilibrio financiero, la estabilidad monetaria… Qué más da que en España haya no sé cuantos millones de parados, en Italia se establezcan recortes leoninos al derecho a la salud, en Grecia salgan a la calle todos los griegos o que en Somalia, Etiopía, Nicaragua, Haití, Afganistán o donde sea, la gente llegue al extremo de morir de hambre. Estos son daños colaterales. La macroeconomía no puede fijarse en esos detalles.
Dos grandes explosiones políticas han tenido lugar en nuestro país entre el 15 M y el 22 M. ¿Estamos esquizofrénicos los españoles? Es hora de dar respuesta a esta pregunta y de reflexionar sobre los antagonismos existentes entre ciudadanos que han tenido comportamientos bien diferentes. Hemos de preguntarnos qué manifiestan el 15 M y el 22 M.

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