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LAS OTRAS NOTICIAS (313)

4 de Marzo de 2024

FUENTES: El País, eldiario.es, Público, InfoLibre, Cadena Ser, VientoSur, El Plural, El Salto, Rebelion.or, LoQueSomos, Contextos.

UCRANIA, A DOS AÑOS DE LA INVASIÓN

Se cumplieron dos años desde la invasión rusa. No es fácil seguir lo que pasa, y lo es menos discernir la realidad de la propaganda bélicas.

En el inicio de la guerra los protagonistas eran identificados como David y Goliat. Se suponía que en cosa de días Goliat aplastaría a David, pero éste tuvo éxitos importantes. Pasados los primeros meses de caos, el ejército ruso se adaptó a la nueva situación. Fortificó más de mil kilómetros de línea del frente con campos de minas, barreras antitanque y bunkers, haciendo que los miles de millones de armamento proporcionados por Occidente a Ucrania no lograran resultado positivos.

¿”DESALIENTO” DE OCCIDENTE?

Los analistas hablan ahora del “desaliento” de Occidente en el apoyo a Ucrania. La Unión Europea, que desde febrero de 2022 le ha enviado 88.000 millones de euros (28.000 millones en ayuda militar), recientemente ha aprobado un paquete de 50.000 millones para el período 2024-2027. La mayor parte de ese dinero (39.000 millones) se destinará a "reforzar la estabilidad macrofinanciera" del país, concretamente a pagar a los funcionarios y a los militares. Europa también ha adiestrado a 40.000 militares ucranianos y adiestrará a otros 20.000 de aquí al próximo verano.

El gobierno estadounidense, por su parte, ha enviado a Ucrania 111.000 millones de dólares, de ellos 44.200 en ayuda militar. El presidente Biden espera que el Congreso apruebe un nuevo pedido de 60.000 millones, la mitad de ellos en ayuda militar, pero hasta ahora los republicanos se han resistido. “¿Qué van a conseguir 60.000 millones de dólares que no hayan conseguido los 111.000 millones anteriores?”, comentó un congresista.

Sin ese dinero, Ucrania no podría aguantar otro año de guerra. Un alto cargo del Pentágono indicó que el próximo verano podría haberse consumado el desastre. La percepción en Estados Unidos y en Europa es que esos dineros no servirán para derrotar a Rusia, sino solo para prolongar el conflicto y para impedir que Ucrania pierda más territorio. Y no está claro que estén dispuestos a mantener indefinidamente una ayuda que solo sirva para defenderse.

Si la guerra ha llegado hasta aquí, ello se debe fundamentalmente a ese apoyo externo. Pero los arsenales ucranianos y occidentales de armas y municiones parecen agotarse. La invasión israelí a Gaza le ha jugado una mala pasada al ejército ucraniano. Los israelíes necesitan proyectiles de 155 milímetros, los mismos que usan la mayoría de las armas enviadas a Ucrania desde Occidente. La industria bélica de Occidente no tiene capacidad para producir toda la munición que Ucrania necesita. Cuando el presidente ucraniano pidió hace unas semanas a Estados Unidos 17 millones de municiones, los funcionarios estadounidenses no daban crédito. “No es posible reunir tantas municiones en todo el mundo”, dijeron.

La ayuda occidental en armas, munición y dinero está menguando. En Estados Unidos aseguran que la próxima administración, sea demócrata o trumpista, cerrará el grifo y le pasará el muerto a la Unión Europea.

LA DESASTROSA “CONTRAOFENSIVA”

El “desaliento” de Occidente no viene solo de lo económico o del genocidio contra Palestina. Viene sobre todo de las escasas posibilidades de éxito de la guerra en Ucrania, lo que ya es admitido por los expertos militares estadounidenses y de la OTAN, más allá de los pronunciamientos voluntaristas de Zelenski o la grandilocuencia bélica de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, y su canciller Josep Borrell.

La llamada “contraofensiva de primavera”, iniciada por el ejército ucraniano en junio de 2023, chocó una y otra vez contra las líneas de defensa rusas, pese a los tanques occidentales dotados de tecnología de última generación. Al parecer, Ucrania ha perdido la mayoría de los tanques y vehículos blindados y ha acumulado decenas de miles de bajas. Informes del Parlamento Ucraniano dan cuenta de que brigadas de 3.000 a 5.000 soldados cuentan ahora con sólo el 75% de sus efectivos, y que algunas no llegan al 25%.

Los analistas dicen que buena parte de las tropas que participaron en la contraofensiva no tenían experiencia en combate. Ahora, la edad media de los soldados ucranianos está en torno a los cuarenta años, y se recurre a adolescentes y mujeres para cubrir los huecos en primera línea (unos 650.000 hombres en edad de reclutamiento se han ido al extranjero). Las pérdidas de Rusia son también cuantiosas, pero la población rusa supera en más de tres veces a la ucraniana, por lo que su capacidad de movilización militar es mucho mayor.

Es imposible calcular, siquiera en forma aproximada, las bajas de ambos contendientes, ya que en los dos casos sus cifras no tienen propósito informativo, sino propagandístico. Hace unos días, por ejemplo, el presidente Zelenski dijo que Rusia ha perdido 180.000 soldados y que otro medio millón han resultado heridos, mientras que Ucrania ha tenido 31.000 muertos (se abstuvo de precisar el número de heridos). Son cifras sin credibilidad.

El fracaso de la contraofensiva hizo aflorar las divergencias entre las autoridades ucranianas. Hace unas semanas, el general Zaluzhni, un líder muy popular entre la población y muy apreciado por sus tropas y los oficiales militares extranjeros, admitió que el ejército ruso es más poderoso que el ucraniano en términos económicos, militares, de movilización y de organización, y que está en mejor posición que el ucraniano; habló de que la guerra había llegado a un estancamiento y que su prioridad era no perder más territorio. El presidente Zelenski desautorizó esas declaraciones del jefe militar, y posteriormente lo destituyó.

LA GUERRA, DONDE RUSIA QUERÍA

La Unión Europea y Estados Unidos seguramente nunca creyeron que Ucrania pudiera imponerse a Rusia en el campo de batalla, pero esperaban que la ayuda de la OTAN y las sanciones económicas pudieran debilitarla como como rival estratégico.

Las sanciones no han hundido a Rusia, que ha fortalecido la relación comercial con China, Turquía, India y otros países asiáticos, y ha utilizado vías alternativas para vender su petróleo y gas en todo el mundo. El Fondo Monetario Internacional preveía una caída del 2,3% del PIB ruso en 2023, pero creció el 3,6% y se prevé que en 2024 lo haga un 4%. Tuvo, además un superávit comercial de 75.000 millones de dólares. La industria rusa es ahora capaz de producir más y mejor material de guerra que toda la Unión Europea. Hoy Europa importa petróleo y derivados rusos a través de India y compra el gas licuado a Estados Unidos, a un precio tres o cuatro veces superior al ruso. La estrategia de “agotar a Rusia”, buscando un cambio de régimen en Moscú, no parece haber resultado

Desde la invasión en febrero de 2022, los principales medios occidentales, utilizando como fuentes a los gobiernos ucraniano, estadounidense y británico, aseguraron que Ucrania prevalecería sobre Rusia, que ésta sufría más y más bajas, que la evolución militar favorecía a Ucrania, que Vladimir Putin estaba a punto de caer... Ahora, los propios soldados ucranianos muestran un escenario dantesco de mortandad, corrupción en el reclutamiento y falta de suministros básicos, que son robados y vendidos.

Un reciente reportaje de la revista Time aseguraba que los funcionarios ucranianos “roban como si no hubiera un mañana”, y el propio gobierno estadounidense admite que es incapaz de rastrear el paradero de al menos mil millones de dólares en material militar enviado a Ucrania.

Ahora, tanto en Washington como en Bruselas se admite que Ucrania nunca va a ganar esa guerra y que la asistencia de Occidente solo le ha ayudado a continuar luchando, pero no ha desgastado la capacidad bélica rusa. Los grandes financiadores de la guerra parecen convencidos de que no recuperarán sus inversiones, y cada día es más difícil aprobar nuevas ayudas para Ucrania.

Los expertos dicen que el conflicto está ahora donde Rusia quería. Puede convertirlo en una guerra de posiciones de larga duración. Tiene recursos para ello, sin comprometer su salud económica. Las líneas de la batalla apenas se han movido en un año, pero eso no quiere decir que la guerra esté estancada, sino que Rusia no presiona, sabiendo que el tiempo juega a su favor y erosiona la voluntad ucraniana. Rusia no parece interesada en realizar grandes movimientos ofensivos para apoderarse rápidamente de grandes extensiones de territorio, sino en desgastar la resistencia ucraniana, causándole bajas y destruyendo sus medios bélicos.

Hace unos días, el ejército ruso tomó la ciudad de Avdiivka y varias pequeñas poblaciones de sus alrededores, uno de los bastiones ucranianos intensamente disputado en los últimos meses, a escasos kilómetros de la ciudad de Donetsk, que podría abrir las puertas a un avance en profundidad de las tropas rusas para completar la conquista de todo el Donbás, uno de los objetivos de su invasión.

Ucrania inicia el tercer año de guerra en su momento más difícil, con la moral debilitada, tropas cansadas, reveses en el campo de batalla e incertidumbre sobre el apoyo occidental. Nadie piensa que el ejército ucraniano pueda recuperar alguna iniciativa militar en 2024.

Algunos dirigentes europeos han aireado de nuevo el argumento de que si Rusia vence en Ucrania, atacará a cualquier país de la OTAN a corto o mediano plazo. Con ello pretenden, quizá, reactivar el apoyo de la sociedad europea a la continuación de la guerra. Pero, ¿alguien se imagina a Rusia entrando en un choque directo con 31 países, que incluyen a Estados Unidos, Francia o el Reino Unido, potencias nucleares?

El presidente ruso, Vladimir Putin, ante la sugerencia del presidente de Francia de enviar tropas a Ucrania, ha advertido de que ello implicaría un alto riesgo de guerra nuclear. No es la primera vez que Rusia amenaza. Empezó a hacerlo cuando Ucrania pidió armas a Europa y Estados Unidos en febrero de 2022: Advirtió de que eso constituía una línea roja, Occidente envió las armas a Ucrania y no paso nada. Y lo mismo ha ocurrido con los sistemas de artillería HIMARS, los sistemas de defensa Patriot, los misiles de largo alcance, los tanques Leopard y Abrams, los aviones F-16 (que están a punto de llegar)… ¿No pasaría nada si Occidente envía tropas? ¿O de verdad sería la última línea roja admisible para Rusia?

LA NEGOCIACIÓN ¿ESCENARIO POSIBLE?

La situación bélica ha colocado sobre el tapete la posibilidad de una salida negociada al conflicto. Los aliados de Ucrania están convencidos de que los rusos no van a ser expulsados de los territorios invadidos en el este de Ucrania (el 26% de Ucrania está actualmente en manos de Rusia) y, al parecer, creen que debe ponerse en marcha cuanto antes una negociación de paz, aunque implique la cesión de territorios por parte de Ucrania. Piensan que, cuanto más se atrase la negociación, las condiciones serán peores para Ucrania y más humillantes para Occidente.

Otra cosa es que Rusia esté interesada en negociar en este momento, dada la ventaja de que disfruta en el campo de batalla. En cualquier caso, querrá hacer valer sus posiciones. Ha mostrado disposición para el diálogo, pero agrega que éste debe partir de la realidad sobre el terreno. En ninguna negociación se consigue todo lo que se quiere, y menos aún pueden los perdedores militares convertirse en ganadores políticos y los ganadores en perdedores. Rusia, además, exigirá de alguna manera garantías sobre la neutralidad de la Ucrania del mañana, no aliada de la OTAN ni de Estados Unidos, con límites verificables en cuanto a los tipos y cantidades de armas que puede poseer.

No son condiciones fáciles de aceptar para Estados Unidos y Europa, pero negociar una paz con concesiones territoriales a Rusia y neutralidad para Ucrania parece la única manera de acabar con esta matanza de pesadilla.